La importancia de una ingesta energética adecuada
Para optimizar el rendimiento físico y las adaptaciones al entrenamiento, es fundamental consumir suficiente energía a diario. Los atletas tienen requerimientos calóricos significativamente mayores que la población sedentaria, debido al gasto energético de sus entrenamientos.
Estudios con deportistas de élite muestran que su gasto calórico diario puede oscilar entre ~2.300 y 3.500 kcal (aproximadamente 30–50 kcal por kg de peso corporal), comparado con las ~1.800–2.200 kcal de un adulto sedentario (mdpi.com). En disciplinas de alto volumen (por ejemplo, resistencia o múltiples sesiones diarias), las necesidades pueden elevarse aún más, alcanzando fácilmente 4.000–5.000 kcal o incluso más en casos extremos (pmc.ncbi.nlm.nih.gov).
En atletas femeninas se han estimado demandas entre ~2.500 y 5.000 kcal/día según el deporte practicado (gssiweb.org). Estas cifras evidencian que consumir suficientes calorías es esencial para sostener el rendimiento.
Cuando la ingesta energética iguala al gasto (equilibrio energético), el cuerpo puede rendir al máximo, reparar tejidos y mantener funciones vitales sin sacrificar salud (gssiweb.org).
En cambio, una ingesta insuficiente con respecto al gasto conlleva múltiples consecuencias negativas: fatiga crónica, pobre respuesta al entrenamiento, mayor riesgo de lesiones y enfermedades, déficits nutricionales y alteraciones fisiológicas (inmunológicas, hormonales, etc.) gssiweb.org.
Mantener un aporte calórico adecuado no solo permite entrenar intensamente, sino también recuperarse y adaptarse (por ejemplo, ganar fuerza o resistencia). En resumen, las calorías son el “combustible” que posibilita que el entrenamiento produzca mejoras en el rendimiento en lugar de desgaste.
Riesgos de la infranutrición en deportistas (especialmente mujeres)
A pesar de sus altas demandas energéticas, muchos deportistas (en especial mujeres) tienden a subestimar o restringir su ingesta calórica. Las causas pueden ser el deseo de perder peso/grasa por razones estéticas o de rendimiento, seguir modas de dieta o simplemente falta de conocimiento nutricional (mdpi.commdpi.com).
Diversos estudios han documentado una alta prevalencia de baja disponibilidad de energía en atletas femeninas: entre 40–50% de corredoras de fondo y atletas de pista universitarias presentaban ingestas insuficientes para cubrir su gasto (mdpi.com).
Incluso en deportes de equipo, se han encontrado porcentajes significativos de deportistas con déficit energético en ciertos períodos de la temporada (mdpi.com). Esto indica que la infranutrición involuntaria o voluntaria es un problema común.
Las consecuencias de una ingesta crónicamente insuficiente se manifiestan a corto y largo plazo. En el corto plazo, un deportista desnutrido energéticamente sufre disminución del rendimiento (por ejemplo, incapacidad de sostener entrenamientos intensos), sensación de cansancio constante, recuperación deficiente entre sesiones, irritabilidad y dificultad de concentración.
Además, el cuerpo prioriza las funciones esenciales y disminuye o detiene procesos “no vitales” pero cruciales para atletas: en las mujeres es frecuente la amenorrea funcional hipotalámica (pérdida de la menstruación por bajo aporte energético), que es una señal de alarma de desequilibrio fisiológico (pubmed.ncbi.nlm.nih.gov pubmed.ncbi.nlm.nih.gov).
También se altera la función tiroidea (disminuye el metabolismo), aumentan las hormonas del estrés como el cortisol, y baja la respuesta inmunológica, llevando a más resfriados o lesiones por sobreuso (pmc.ncbi.nlm.nih.gov pmc.ncbi.nlm.nih.gov)
En el largo plazo, la infranutrición prolongada puede provocar serios trastornos médicos. Un ejemplo crítico es la pérdida de densidad mineral ósea: la combinación de bajas calorías, desequilibrios hormonales (especialmente estrógenos bajos en mujeres por amenorrea, o testosterona baja en hombres) y déficit de calcio/vitamina D lleva a osteopenia u osteoporosis prematura. Atletas jóvenes con amenorrea pueden perder 2–3% de masa ósea por año, aumentando el riesgo de fracturas por estrés.
De hecho, se ha observado que la densidad ósea de la columna lumbar es particularmente sensible a la nutrición deficiente, y una baja masa ósea predispone a lesiones óseas y compromete el rendimiento futuro (blogs.bmj.com).
Otras secuelas a largo plazo de la infranutrición incluyen problemas cardiovasculares, anemia por deficiencia de hierro, disminución crónica de la tasa metabólica (lo que dificulta mantener el peso deseado) y trastornos psicológicos.
Las mujeres deportistas son especialmente vulnerables a estos efectos debido al síndrome conocido como Triada de la Atleta Femenina (ahora ampliado en el concepto RED-S).
La triada clásica involucra: baja disponibilidad energética (con o sin trastorno alimentario), disfunción menstrual y baja densidad ósea. Inicialmente se describió en mujeres, pero se reconoce que los hombres también pueden experimentar problemas equivalentes (baja energía, baja testosterona, salud ósea afectada). En todos los casos, la raíz suele ser la misma: no consumir suficiente energía para el nivel de actividad realizado.
RED-S: el síndrome de deficiencia energética relativa en el deporte
El RED-S (Relative Energy Deficiency in Sport) es un síndrome multisistémico causado por un desequilibrio entre la ingesta dietética y el gasto energético que deja muy poca energía disponible para mantener las funciones corporales necesarias para la salud* academia.eduacademia.edu.
Es esencialmente una ampliación de la triada femenina, reconociendo que la deficiencia energética afecta a numerosos sistemas del organismo y a deportistas de ambos sexos. En RED-S, el cuerpo entra en un estado de “ahorro” que deteriora la función fisiológica en múltiples aspectos: se ralentiza el metabolismo basal, se altera la regulación hormonal reproductiva, disminuye la salud ósea, se deprime la función inmune, se reduce la síntesis de proteínas (afectando a la recuperación muscular) y empeora la salud cardiovascular, entre otras consecuencias mdpi.com. Todo esto conlleva, por supuesto, un impacto negativo en diversos indicadores de rendimiento físico mdpi.com.
Desde el punto de vista endocrino, la baja disponibilidad de energía genera una cascada de adaptaciones hormonales dañinas. En mujeres, la restricción energética reduce la liberación hipotalámica de GnRH y, secundariamente, las gonadotropinas (LH/FSH) de la hipófisis; el resultado es hipoestrogenismo y amenorrea, con la consiguiente pérdida de masa ósea pubmed.ncbi.nlm.nih.gov pubmed.ncbi.nlm.nih.gov.
En hombres, se observa una reducción significativa de la testosterona, lo cual también compromete la densidad ósea y puede causar descenso de la líbido y del rendimiento muscular pubmed.ncbi.nlm.nih.gov.
Además, en ambos sexos se han documentado alteraciones del eje tiroideo (disminuyen las hormonas tiroideas, enlenteciendo el metabolismo), alteraciones en las hormonas de apetito como leptina y grelina, resistencia a la insulina o reducción del IGF-1 (importante para la reparación tisular) pubmed.ncbi.nlm.nih.gov pmc.ncbi.nlm.nih.gov.
Esta disrupción endocrina integral explica muchos de los síntomas físicos de RED-S, desde fatiga y frío constante hasta pérdida de masa muscular, aumento paradójico de grasa corporal central, fracturas por estrés e incluso mayor riesgo de infecciones.
El componente psicológico del RED-S también es relevante. Por un lado, las conductas alimentarias desordenadas o la presión por la delgadez pueden preceder al déficit energético (ej. trastornos de la conducta alimentaria que llevan a RED-S).
Pero a su vez, el propio estado de baja energía y desequilibrios hormonales puede inducir o agravar problemas como depresión, ansiedad, irritabilidad y disminución de la capacidad de concentración y juicio pmc.ncbi.nlm.nih.gov.
Un estudio encontró que atletas con baja disponibilidad energética tenían 2,4 veces más probabilidad de padecer trastornos psicológicos (estado de ánimo deprimido, irritabilidad, ideas obsesivas) en comparación con atletas con ingesta adecuada pmc.ncbi.nlm.nih.gov.
Esta afectación mental cierra un círculo vicioso: el estrés psicológico puede dificultar aún más la adecuada alimentación, perpetuando el síndrome. Por ello, RED-S requiere un abordaje multidisciplinario que atienda tanto la restauración física (nutricional y médica) como el apoyo psicológico.
En términos de rendimiento deportivo, RED-S compromete seriamente la capacidad del atleta. A corto plazo, la falta de energía disponible obliga al cuerpo a reducir la intensidad y calidad de los entrenamientos: el deportista con déficit calórico no puede entrenar tan duro ni aprovechar plenamente los estímulos del ejercicio blogs.bmj.com.
Por ejemplo, se ha observado que corredoras con amenorrea (indicativo de RED-S) presentan menor rendimiento neuromuscular (peor fuerza y potencia de piernas) en comparación con sus pares que mantienen ciclos menstruales normales blogs.bmj.com.
También aumenta la predisposición a lesiones musculoesqueléticas, en parte por la menor capacidad de recuperación y en parte por el deterioro de la salud ósea y muscular. En deportes de resistencia, la depleción crónica de glucógeno por ingestas insuficientes disminuye la resistencia y el tiempo hasta la fatiga.
En deportes de fuerza o potencia, la pérdida de masa muscular y las alteraciones neuromusculares merman la fuerza, velocidad y coordinación. Incluso la toma de decisiones y la concentración en competición pueden afectarse (el cerebro también requiere glucosa). En suma, un atleta en estado de RED-S nunca rinde a su verdadero potencial – y lo que es peor, se expone a lesiones que pueden truncar su carrera deportiva.
Macronutrientes: claves para rendimiento y prevención de lesiones
Además de la cantidad total de energía, la composición de la dieta (proporción de carbohidratos, proteínas y grasas) desempeña un papel crítico en la salud y rendimiento del deportista. Una ingesta adecuada de cada macronutriente contribuye a prevenir las consecuencias negativas del déficit energético y optimiza las adaptaciones al entrenamiento:
- Carbohidratos (CHO): Son el combustible principal para el ejercicio de moderada y alta intensidad. Los músculos almacenan CHO en forma de glucógeno, pero estas reservas son limitadas y deben reponerse a diario. Dietas bajas en carbohidratos pueden precipitar un estado de baja energía disponible aunque las calorías totales sean aparentemente suficientes, ya que la falta de CHO provoca alteraciones hormonales (ej. elevación de cortisol, reducción de hormona tiroidea T3) similares a las del ayuno pmc.ncbi.nlm.nih.gov pmc.ncbi.nlm.nih.gov. En cambio, una ingesta alta de carbohidratos sostiene el rendimiento: es el macronutriente más eficientemente metabolizado y el único que puede degradarse con suficiente rapidez para proveer energía durante esfuerzos intensos pmc.ncbi.nlm.nih.gov. Los expertos siguen recomendando a los atletas consumir cantidades generosas de CHO. Las guías sugieren del orden de 5–7 g de CHO por kg de peso corporal al día para deportistas con entrenamientos moderados, y 7–10 g/kg/día en programas de alta intensidad o volumen (por ejemplo, en endurance) pubmed.ncbi.nlm.nih.gov. Sin embargo, muchas atletas (especialmente mujeres) no alcanzan estas recomendaciones debido a restricciones calóricas o dietas de moda pubmed.ncbi.nlm.nih.gov. Esta ingesta subóptima de CHO conlleva una reposición incompleta del glucógeno muscular, lo que genera fatiga prematura y menor calidad en los entrenamientos sucesivos pmc.ncbi.nlm.nih.gov. Por el contrario, consumir suficientes carbohidratos cada día asegura una adecuada recuperación de glucógeno y permite rendir al máximo en sesiones frecuentes o intensas gssiweb.org. Los carbohidratos también estimulan la liberación de insulina, hormona anabólica que colabora en la síntesis de glucógeno y proteínas, favoreciendo la recuperación.
- Proteínas: Son los bloques constructores de músculos, huesos, enzimas y hormonas. En deportistas, la proteína es crucial para reparar el daño muscular producido por el entrenamiento y para construir nuevas estructuras (hipertrofia, fortalecimiento óseo, etc.). Un aporte proteico insuficiente, especialmente dentro de una dieta hipocalórica, dificulta la recuperación y puede llevar a pérdida de masa muscular, debilidad y aumento del riesgo de lesiones (por falta de regeneración adecuada de tejidos dañados) gssiweb.org. La evidencia científica indica que los atletas necesitan más proteína que los no deportistas. Se recomienda típicamente una ingesta de 1,2 a 2,0 gramos de proteína por kg de peso corporal al día (según el tipo de deporte y objetivos), distribuida en varias comidas a lo largo del día gssiweb.org. Consumir proteína de alta calidad en dosis de ~20–25 g por comida (o ~0,3 g/kg) cada 3-4 horas maximiza la síntesis proteica muscular durante el día y mejora la recuperación. Es importante destacar que en periodos de restricción calórica, la necesidad de proteína aumenta (por encima de 2 g/kg) para ayudar a preservar la masa magra gssiweb.org. Por ello, las atletas que están a dieta o siguen patrones alimentarios especiales son las que con más frecuencia presentan ingestas proteicas bajas, con el consiguiente perjuicio para su rendimiento y salud gssiweb.org. Asegurar suficiente proteína ayuda a prevenir lesiones (al mantener la integridad muscular y tendinosa) y evita desbalances hormonales, ya que muchas hormonas y factores inmunológicos dependen de aminoácidos para su síntesis.
- Grasas: Aunque a veces relegadas en la dieta deportiva, las grasas saludables cumplen funciones esenciales. Son una fuente concentrada de energía (9 kcal/g) útil especialmente en ejercicios de larga duración y moderada intensidad, y permiten la absorción de las vitaminas liposolubles (A, D, E, K). Pero quizás su rol más crítico para atletas es que constituyen el sustrato para la producción de hormonas esteroideas (como testosterona, estrógenos y cortisol) y participan en la modulación del sistema inmune training121.com training121.com. Dietas extremadamente bajas en grasa pueden comprometer la síntesis hormonal, resultando en niveles reducidos de testosterona o estrógeno, lo que afecta negativamente la recuperación, la masa muscular/ósea y el rendimiento training121.com. También se ha observado que dietas con menos de ~20% de las calorías provenientes de grasa pueden asociarse a disfunciones inmunológicas y endocrinas training121.com. Por tanto, se desaconseja que los deportistas restrinjan excesivamente las grasas; la recomendación general es que al menos ~20–30% de la energía diaria provenga de grasas de buena calidad (aceites vegetales, frutos secos, pescado azul, palta, etc.) training121.com. En términos prácticos, esto equivale aproximadamente a un mínimo de ~1 g de grasa por kg de peso corporal por día. Esta ingesta asegura el aporte de ácidos grasos esenciales (omega-3 y omega-6), fundamentales para funciones antiinflamatorias y estructurales, y previene déficits que puedan perjudicar la salud hormonal.
En síntesis, una alimentación deportiva equilibrada en macronutrientes proporciona al cuerpo las herramientas necesarias para rendir y repararse.
Los carbohidratos adecuados mantienen la intensidad del entrenamiento, las proteínas permiten reconstruir lo dañado y las grasas sostienen el entorno hormonal e inmunológico óptimo. Ignorar alguno de estos componentes (por ejemplo, las dietas cetogénicas muy bajas en CHO, o dietas muy bajas en grasa) suele ser contraproducente para atletas y puede predisponer a manifestaciones de RED-S u otras disfunciones.
Peligros de la restricción calórica excesiva en población físicamente activa
En el mundo del fitness y el deporte aficionado, abundan mensajes que promueven la restricción calórica severa o dietas extremas para mejorar la composición corporal. Sin embargo, en individuos físicamente activos estas prácticas son particularmente riesgosas.
Una reducción drástica de calorías puede llevar rápidamente a un estado de baja disponibilidad de energía con todas las consecuencias descritas: disminución del rendimiento, alteraciones hormonales, y mayor riesgo de lesiones y enfermedades. Paradójicamente, el intento de “estar más ligero” o “marcado” vía un gran déficit calórico puede sabotar las metas deportivas.
Por ejemplo, si un corredor reduce exageradamente su ingesta para perder peso, quizá inicialmente vea un ligero aumento de rendimiento (debido a menor peso corporal que desplazar). No obstante, ese aparente beneficio es de corto plazo y no sostenible; con el tiempo, el déficit energético acumulado hará que pierda masa muscular, reduzca su capacidad de entrenamiento y experimente fatiga constante pmc.ncbi.nlm.nih.gov.
A la larga, su composición corporal puede incluso empeorar: el cuerpo bajo estrés tiende a conservar grasa y degradar tejido magro como mecanismo de supervivencia. Estudios en atletas con bajo aporte energético han mostrado aumentos en la proporción de grasa corporal junto con reducciones de masa magra y densidad ósea, precisamente lo opuesto a lo que buscaba el atleta al restringir calorías blogs.bmj.com.
Asimismo, la supresión del metabolismo basal en respuesta a la dieta (a veces llamada “modo ahorro”) significa que el cuerpo quema menos calorías en reposo, dificultando perder peso adicional y favoreciendo recuperarlo rápidamente si la ingesta aumenta ligeramente.
Otro aspecto crítico es que la restricción calórica excesiva suele conllevar deficiencias de micronutrientes (vitaminas y minerales). Por debajo de cierto umbral calórico, es prácticamente imposible obtener todos los nutrientes necesarios solo de alimentos saludables.
En mujeres activas se estima que consumir menos de ~1.800 kcal/día dificulta cubrir requerimientos de hierro, calcio, vitaminas del grupo B, vitamina D, etc., indispensables para el metabolismo energético y la salud ósea/sanguíneagssiweb.orggssiweb.org. Estas carencias pueden provocar anemia (bajando el rendimiento aeróbico), calambres, deterioro inmunitario y otros problemas.
Finalmente, desde el punto de vista de la salud mental, la cultura de la restricción rígida puede conducir a una relación poco saludable con la comida, aumentando el riesgo de trastornos alimentarios. En atletas jóvenes, la presión por alcanzar un cierto peso o porcentaje de grasa a veces desencadena conductas como saltarse comidas, usar suplementos peligrosos o purgas, con serias implicaciones psicológicas y físicas.
En conclusión, restringir calorías más allá de lo recomendable es contraindicada para quienes entrenan regularmente. La evidencia científica respalda un enfoque más equilibrado: lograr ligeros déficits (cuando se busca pérdida de grasa) de forma periodizada y siempre asegurando las necesidades básicas de energía y nutrientes para no comprometer funciones fisiológicas.
Resulta más beneficioso rendir mejor (y así gastar más energía entrenando intensamente) que comer de menos y rendir mal.
Consejos prácticos para “alimentar” el rendimiento de forma segura
A continuación, resumimos algunas recomendaciones prácticas, basadas en la evidencia, para que deportistas y personas activas puedan nutrir su rendimiento y evitar caer en insuficiencias energéticas:
- Calcula tus necesidades y cúbrelas: Es importante tener una idea de tu gasto energético total (incluyendo el ejercicio). Puedes apoyarte en nutricionistas deportivos o en herramientas validadas. Asegúrate de que tu ingesta calórica diaria se aproxime a ese gasto. Recuerda que la energía no solo cubre el entrenamiento, sino también la recuperación y funciones vitales. En atletas se sugiere mantener una disponibilidad energética ≥~45 kcal/kg de masa magra (FFM) por día para un funcionamiento óptimo academia.eduacademia.edu, evitando caer por debajo de ~30 kcal/kg FFM (umbral asociado a RED-S) academia.edu. En términos más simples: la mayoría de deportistas necesitarán al menos ~2.000–2.500 kcal diarias, y muchos mucho más. Si estás comiendo muy por debajo de lo que tu deporte demanda, revisa tu plan nutricional.
- No temas a los carbohidratos: Son tus aliados para entrenar duro. Distribuye carbohidratos en cada comida y alrededor del ejercicio. Por ejemplo, consume una comida rica en CHO 2–3 horas antes de entrenar para llenar depósitos de glucógeno, y restituye con carbohidratos rápidamente tras la sesión (lo ideal dentro de la primera hora post-ejercicio) para promover la recuperación blogs.bmj.com. Estudios muestran que no reponer glucógeno y proteínas tras entrenar empeora marcadores de recuperación, como la salud ósea en corredores varones blogs.bmj.com. Durante entrenamientos muy prolongados (>90 min), considera aportar carbohidratos adicionales (bebidas deportivas, frutas secas, geles) para mantener la intensidad y reducir la respuesta de cortisol.
- Incluye proteínas de calidad en varias comidas: Reparte tu ingesta proteica en 3–5 comidas al día para maximizar la síntesis musculargssiweb.org. Un ejemplo sería consumir ~20–30 g de proteína en el desayuno, almuerzo, cena y snacks post-entrenamiento. Buenas fuentes incluyen carnes magras, pescado, huevos, lácteos, legumbres y frutos secos. Tras el ejercicio, una combinación de proteína con carbohidrato ayuda a la reparación muscular y reposición de glucógeno. Por ejemplo, un batido de leche con fruta o un yogur con cereales integrales aportan ese binomio. Recuerda aumentar un poco la proteína si estás en restricción calórica para minimizar la pérdida musculargssiweb.org.
- No elimines las grasas saludables: Asegura un aporte diario de grasas insaturadas (aceite de oliva, palta/aguacate, nueces, almendras, salmón, etc.). Incluir fuentes de grasa en las comidas principales favorece la absorción de vitaminas y aporta ácidos grasos esenciales. Mantén al menos ~20% de tus calorías provenientes de grasas training121.com – por debajo de ese porcentaje aumenta el riesgo de déficits y alteraciones hormonales. Un truco sencillo es agregar una porción de alimentos grasos saludables en cada comida (por ejemplo, aceite de oliva en la ensalada, un puñado de frutos secos en la merienda, pescado azul unas tres veces por semana).
- Evita los déficits prolongados durante el día: Existe evidencia de que grandes brechas sin comer (por ejemplo, saltarse el almuerzo tras un entrenamiento matutino) llevan a déficits energéticos intra-día marcados, que se asocian con alteraciones hormonales negativas (baja de estrógeno/testosterona, elevación de cortisol) incluso aunque el total diario pueda parecer suficiente blogs.bmj.com. Por ello, organiza tu distribución de comidas para no pasar muchas horas en ayunas, especialmente en días con entrenamiento. Realiza un desayuno completo, almuerza pronto tras entrenar, merienda si lo necesitas y cena adecuadamente. Este suministro constante de energía mantiene a tu organismo en un estado anabólico (de construcción/recuperación) en vez de catabólico.
- Presta atención a las señales de alarma de RED-S: Si notas fatiga inusual, descenso del rendimiento sin explicación, irregularidades menstruales (mujeres) o disminución de la libido (hombres), lesiones óseas recurrentes (estrés), resfriados frecuentes, o una obsesión creciente con la comida/peso, busca la ayuda de profesionales de la salud. Un médico del deporte o nutricionista puede evaluar tu situación energética, realizar análisis (ej. perfil hormonal, densitometría ósea) y ayudarte a corregir el rumbo. Prevenir es mejor que curar: abordar tempranamente un déficit energético puede revertir sus efectos antes de que se cronifiquen (por ejemplo, restaurar el ciclo menstrual y la densidad ósea en mujeres jóvenes).
- Planifica periodos de ingesta y restricción con criterio: Si necesitas bajar de peso por razones deportivas, hazlo en coordinación con expertos, en épocas alejadas de la competición, y moderando el déficit (p.ej., reducciones de 300–500 kcal/día, no más). Evita intentar perder peso en plena temporada competitiva, cuando tus exigencias energéticas son máximas. Durante fases de entrenamiento intenso, concéntrate en comer para rendir y recuperarte; ya habrá momentos para ajustar el peso de forma paulatina sin sacrificar rendimiento ni salud.
- Educa a tu entorno deportivo: Entrenadores, preparadores físicos y compañeros deben comprender que comer bien forma parte del entrenamiento. Promover una cultura donde alimentarse adecuadamente se vea como algo positivo (y no como falta de disciplina) es clave. Informes indican que menos del 50% de los entrenadores o preparadores pueden identificar los signos de la triada o RED-S blogs.bmj.com, lo que sugiere que hace falta mayor concienciación. Hablar abiertamente de nutrición, derribar mitos (ej. “las carbohidratos engordan” o “hay que aguantar el hambre para estar en forma”) y quizás contar con un nutricionista en el equipo, puede marcar la diferencia en prevención.
En definitiva, alimentar el rendimiento deportivo no se trata de comer menos, sino de comer mejor. Una nutrición deportiva suficiente y basada en evidencia provee la energía y los nutrientes necesarios para que el entrenamiento surta efecto, mejorando las marcas y reduciendo el riesgo de lesiones.
Asimismo, previene el insidioso RED-S y otras complicaciones derivadas de la infranutrición. Cada comida es una oportunidad para recuperarte y hacerte más fuerte: el cuerpo de un atleta es como un motor de alto rendimiento que requiere gasolina de calidad en las cantidades adecuadas.
Prioriza tu salud y desempeño a largo plazo mediante una dieta completa, variada y acorde a tus demandas individuales – ese es el verdadero “secreto” para alcanzar tus metas en el deporte de forma sostenible.
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